La serie fotográfica “El Martillo de las Brujas” es un recopilatorio de las diversas visualidades que adoptan brujas contemporáneas geográficamente situadas.
Desde su conversión como sujeto jurídico en 1486 a raíz de la publicación del libro “Malleus Maleficarum”, la figura de la bruja como elemento iconográfico ha sufrido diversas mutaciones: a pesar de enfrentarse a múltiples penas de muerte y ejecuciones en efigie – porque morir una sola vez no es suficiente-, sobrevivió y marcó un recorrido a través de sus representaciones.
La condena por brujería modificó esencialmente lo que suponía ser mujer. De este modo desde una perspectiva de género, en este trabajo se aborda la performatividad del género femenino y de la brujería como dos conceptos unidos. Nos focalizamos en el camino del refugio en la bruja folclórica y relacionada con la magia en lugar de en el de la mujer endemoniada. La fotografía se convierte en un espacio de representación para estas mujeres, sus elementos y la naturaleza que las rodea – naturaleza que antaño se vinculó con ellas de forma esencial como espacio alternativo, pagano, hereje, incomprensible, incontrolable y tan impredecible como una mujer.
Me inspiro en los cuadros de los pintores que inmortalizaron a reyes y nobles durante el Renacimiento para mirarlas. De esta forma, sus retratos fotográficos les otorgan la dignidad que ellas no tuvieron.
Así, esta serie reúne a modo de estudio etnográfico las prácticas ocultistas, mágicas y, en definitiva, el gran paraguas que supone la práctica de, tanto las brujas de ciudad trabajando con Madrid de modo paradigmático por ser la capital de España como las de campo, localizándonos en Zamora, representación de la España vaciada.






















